Durante siglos, el cerdo fue la principal fuente de carne de los pueblos, sobre todo para aquellos que vivÃan en sitios donde los inviernos eran largos y frÃos y los pastos escaseaban, aunque en aquellos tiempos era raro el que no tenÃa varias higueras, que fueron el principal pacto para estos animales y que fueron custodiadas por sus dueños como principal fuente de su crianza. Los uleanos, mataban sus marranos, festejaban con sus familias y amigos un dÃa de expansión, alegrÃa, felicidad familiar y, al final el dueño, les obsequiaba a todos los participantes con un rico presente, consistÃa en dar una pequeña parte como obsequio y reconocimiento de la matanza. Con el tiempo, la matanza en Ulea llego a convertirse en un acontecimiento social y un rito gastronómico donde no faltaba el morapio. Ver matar al cerdo era un espectáculo: el matachÃn con los cuchillos, el cerdo chillando, las mujeres aderezando la sangre durante su muerte, se prepara la cebolla cocida para hacer las morcillas en unas calderas de cobre que a su vez daban un caldo exquisito, se elaboran las morcillas, los chorizos, la butifarra, el blanco y un sinfÃn de cosas que se extraen del animal, los ricos jamones, la panceta y los lomos a la brasa asados al rescoldo de la lumbre. Estas mujeres que hay en la foto, son el recuerdo del equipo de matanceras que las recordamos con cariño ya que ellas plasman lo que eran la matanza en Ulea antiguamente.Cuatro mujeres muy conocidas de Ulea, de izquierda a derecha: la primera de la izquierda es la Pilar del general, la que viste de oscuro es Adelina la matancera, la siguiente, Carmen de Justo, y la cuarta es MarÃa del Pinche que vivió con la Carmen de Justo, se casó con el Pinche, un hombre mayor que vivió su idilio amoroso al final de sus dÃas; de estas cuatro mujeres, la más profesional y la que le daba el toque especial con las especias al embutido era Adelina la matancera.